El Bayern de Munich alcanzó el año pasado la triple corona al alzarse con la Bundesliga, la Copa de Alemania y la Champions League con una velocidad pasmosa. Liderados por un Heynckes que conseguía la máxima gloria antes de abandonar el fútbol, parecía que su sucesor no podría mejorar una maquinaria ya perfecta.
Error. Ese hombre era Josep Guardiola y lo consiguió. No en vano hablamos del mejor entrenador del mundo. Un vanguardista, un innovador, una mente pensante del balompié, generador de ideas las 24 horas del dia. Un filósofo, en efecto. Con sólo dos fichajes: Thiago Alcántara (fallo garrafal del FC Barcelona) y Mario Götze (pisoteando toda competitividad en tierras gerrmanas), el noi introdujo sus propios cambios sin amenazar destruir al equipo más temido del continenente de lejos.
Aún con críticas ocasionales como las de Beckenbauer, poco amigo del fútbol total desde los 70, y ciertos experimentos técnicos no muy exitosos (Götze como falso 9 no consiguió lo que Messi y Mandzukic le ha quitado el puesto con sus 17 goles en Liga), Guardiola sí acertó con otros. Hablamos de recolocar al capitán Lahm de lateral a mediocentro, o a Javi Martínez de central como ya hiciera Bielsa y que recuerda a lo que hizo en su día con Mascherano en el Barça.
Y a partir de entonces el equipo sólo ha ido a más. Manteniendo la presión, el hambre de títulos, la ambición, la posesión de balón... todos los elementos característicos de su universo futbolístico, ha llevado al Bayer a semifinales de Copa (que pasará), a cuartos de Copa de Europa (que pasará y de qué manera contra los de Moyes) y a conseguir el título de Liga a falta de siete jornadas. Heynckes lo consiguió a falta de 6 y con 3000 pases menos. Ha mejorado lo inmejorable, así es él.
Incluso sus más férreos enemigos (léase Klopp, "su Mourinho en Alemania" como se autoproclamó) le reconocen el triunfo y es tal la admiración que despierta allí que le comparan con Albert Einstein por tratarse de un pensador revolucionario y a su delfin Thiago con el máximo ídolo y presidente honorífico del club: el propio Franz Beckenbauer. Uniendo aún más a su equipo, haciendo que jueguen como una unidad, ha conseguido disparar los kilómetros recorridos sobre el césped, el número de pases, han aumentado los goles con respecto a estas alturas el año pasado y manteniendo los encajados a mínimos (12 en 27 jornadas). Motivando a cada uno de sus jugadores, ha sacado de ellos lo mejor pese a sus numerosas bajas y les ha transformado en auténticas computadoras, explicando cuál es siempre la mejor opción. Incluso corrigió hace poco a Schweinsteiger contra el Arsenal por probar un disparo desde lejos en vez de pasar a compañeros mejor situados. Así es él, la mayor mente en el deporte desde Fischer. Siempre en tensión, pensando y mandando. Consiguiendo un éxito tras otro y ya en diferentes equipos. Haciendo historia a cada paso que da. Él puede, es el
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